Detenerse ante conceptos como “aprendizaje significativo”, “trabajo colaborativo”, o “aprendizaje a lo largo de toda la vida” es clave para repensar su alcance y posibilidades
Entre los últimos lineamientos educativos encontramos con frecuencia la intención de introducir las nuevas tecnologías y recursos digitales a las aulas, así como también las nociones de “aprendizaje significativo”, “trabajo colaborativo”, o “aprendizaje a lo largo de toda la vida”. Si bien sus significados y directivas son claros y sencillos, resulta aconsejable detenerse sobre ellos un momento, y meditar acerca de sus alcances, para así potenciar sus virtudes.
Los cuatro consejos que se sugieren a continuación proponen un paréntesis reflexivo por parte de los docentes, previo a la aplicación de estas tendencias.
1. Conocimiento significativo: ¿Cómo se aplica esto a la vida de mis alumnos?
El aprendizaje significativo, de acuerdo con David Ausubel, refiere a aquel aprendizaje en que un estudiante relaciona una información nueva con otra/s que ya posee, reconstruyendo y articulando ambas informaciones. Éste tiene lugar cuando la información nueva se vincula con un concepto relevante ya presente en la estructura cognitiva, que funciona como punto de anclaje.
Se han identificado diversas técnicas para favorecer este tipo de aprendizaje, como los mapas y redes conceptuales, las ilustraciones, o los juegos. Además de las enumeradas, una manera muy efectiva de demostrar la importancia de los contenidos, y por tanto hacer que el alumno esté interesado en recibir esta nueva información, es indicar de forma explícita cómo ésta se relaciona directamente con los intereses y vida cotidiana de los discentes. Algunas temáticas pueden resultar increíblemente aburridas y distantes de la realidad y, por tanto, la relación de utilidad resulta difusa. Esto, sin dudas, disminuye la predisposición de los alumnos para interiorizarlas, ya que no perciben el contenido como trascendental –estamos hablando del innegable carácter selectivo de nuestra memoria–.
Por todo esto, es recomendable que el docente identifique previamente qué dimensiones de los contenidos se relacionan con la vida cotidiana de los educandos, para luego hacer hincapié sobre éstas en las aulas, con ejemplos o analogías.
Es recomendable que el docente identifique previamente qué dimensiones de los contenidos se relacionan con la vida cotidiana de los educandos
2. TIC’s: ¿Qué tienen para aportar los nuevos medios al proceso de transmisión?
Aquí estaríamos reflexionando acerca de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación en su calidad de soporte o vehículo para el abordaje de los contenidos. Los peligros de una digitalización indiscriminada son conocidos por todos, pero una reticencia extrema a los nuevos recursos que la tecnología viene poniendo al servicio de la educación es igual de peligrosa. La sugerencia, entonces, es explotar estratégicamente las potencialidades. Nuevamente, el desafío recae más en el docente y su creatividad que en el artefacto de enseñanza.
Algo que caracteriza a los nuevos recursos –audiovisuales de distintos tipos, gamificación, o, sin ir más lejos, los propios motores de búsqueda– es su versatilidad y la posibilidad de “customizar” el aprendizaje, según la materia y el público al que éste va dirigido. La adecuación de la modalidad actúa favorablemente sobre el punto anterior, es decir, en pos del aprendizaje significativo. En primer lugar, en función del profundo moldeamiento tecnológico de la realidad, es lógico pensar que los procesos cognitivos de los nativos digitales han mutado. Por lo tanto, también es lógico inferir que el tradicional libro de texto presenta importantes limitaciones para el desarrollo de dichos procesos, cuyo propósito es el de preparar al alumnado para la vida cotidiana. En este sentido, actualmente existen informes y estudios que analizan y avalan la eficacia de los recursos de naturaleza multimedia.
Ante las TIC, el desafío recae más en el docente y su creatividad que en el artefacto de enseñanza
Por otro lado, desde el plano social, la customización de los contenidos –posible por la flexibilidad de los nuevos recursos– se traduce en una personalización de los mismos, cosa que no ocurre con el clásico libro de manual, el cual supone una homogeneidad de la realidad de los discentes.
3. Trabajo cooperativo e individual: ¿Existe esa frontera entre el “yo” y “el otro”?
Las tendencias educativas destacan la importancia del trabajo colaborativo. Sin dudas, éste es absolutamente necesario para combatir el progresivo vaciamiento axiológico del modelo de sociedad de los últimos años. Se busca así desarrollar en los estudiantes la flexibilidad, el respeto por la opinión diversa, una plena consciencia y consideración del
“otro” como variable trascendental en la toma de decisiones, la empatía, etc.
“otro” como variable trascendental en la toma de decisiones, la empatía, etc.
Sin embargo, pulir ciertas capacidades mediante el trabajo individual también es importante. Un sentido de individualidad equilibrado no debiera atentar contra los objetivos del trabajo colaborativo, sino complementarlos o acompañarlos. Esta individualidad apuntaría al desarrollo de una concientización acerca de las implicaciones y alcances de nuestras acciones, a la resiliencia –aquella capacidad de hacer frente a las dificultades y/o “fracasos” que indefectiblemente forman parte de la vida–, a una autonomía o competencia crítica, al descubrimiento de los talentos creativos personales, al ejercicio del auto-cuestionamiento, y a la reflexión en temáticas complejas como la moral y la ética –las cuales abordan la relación entre el individuo y su entorno social (y viceversa)–.
Es interesante señalar que la división entre trabajo colaborativo e individualidad es ilusoria. Ésta resulta útil para analizar el balance en los lineamientos educativos, es decir, para identificar qué polaridad ha predominado en el pasado para manifestar una realidad particular. Pero tal partición es irreal, ya que el individualismo es una manera específica de estar con otros, así como las formas de compartir y colaborar expresan un estado particular de desarrollo individual. Una vez más, la clave está en la integración.
4. Docente/discente: ¿Cuán en serio nos planteamos el aprendizaje para toda la vida?
Es recomendable llevar un seguimiento de los resultados de las innovaciones que aplicamos a cualquier parte del proceso de enseñanza. Esto sería como un trabajo de campo permanente, o una traducción práctica de aquella premisa tan de moda conocida como “aprendizaje a lo largo de toda la vida”. Éste no tiene que ver exclusivamente con plantearse ciclos de formación constante, sino también con alimentar y mantener viva aquella curiosidad vocacional que en un primer momento llevó al docente a las aulas.
Cada nueva generación es el terreno más fértil para el estudio sociológico, en tanto superficie reflectante que tiene muchísimo para enseñarnos
Por otro lado, y en relación con lo antes dicho, una verdadera educación horizontal estriba en la certeza por parte del educador de que cada nueva generación – con sus nuevas aptitudes y desafíos a afrontar– es el terreno más fértil para el estudio sociológico, en tanto superficie reflectante que tiene muchísimo para enseñarnos. En las antípodas de pensar a los alumnos como tabulas rasas, deberíamos pensarlos como un lienzo vivo cambiante, que incesantemente nos obliga – ¡Y muchas gracias!– a renovar nuestros pinceles, colores y técnicas. La pieza de arte resultante, o sea la realidad social, inquietante y en permanente mejoramiento.
Los consejos anteriores invitan al docente a realizar un constante ejercicio de aquella capacidad crítica, que la profesión misma intenta difundir en la sociedad. El mejor de los consejos para enseñar es hacerlo dando el ejemplo
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