La especialización es algo que ya no nos cuestionamos, pero deberíamos. Los empleadores esperan profesionales con skills específicas para desempeñarse en nuevos rubros que surgen y cambian cada vez más rápido.
Bajo este contexto, ¿vale la pena formar estudiantes con un nivel de especialización alto en un área que tal vez ya no estará vigente cuando este se gradúe? ¿Qué estamos haciendo para cerrar la brecha entre la velocidad con la que las universidades producen graduados y el corto tiempo en la que un área profesional se renueva o desaparece?
Los empleadores ya sienten el impacto de los efectos provocados por esta brecha, en Reino Unido, 77% de ellos piensan que los graduados no fueron capacitados adecuadamente para desempeñarse en su ambiente laboral, en Estados Unidos aproximadamente 70% piensan igual y en México un 58% también coincide.
¿Qué les está faltando a los graduados universitarios para empatar con las necesidades de los empleadores? Expandir el conjunto de habilidades desarrolladas en la carrera. Para entender mejor las debilidades del enfoque educativo actual, necesitamos un breve repaso de cómo se ha desarrollado en el últimos siglo.
De lo ecléctico a lo específico
La especialización como enfoque educativo y profesional no lleva tanto tiempo en vigor, tomando en cuenta que las universidades más antiguas tienen más o menos 500 años, hemos pasado más tiempo con perfiles “híbridos” que especializados.
Apenas hasta el siglo XX dejó de ser común que los científicos fueran también filósofos, lingüistas o hasta artistas gráficos. Esta previa generación de personas de ciencia interconectaban entre diferentes disciplinas, eran capaces de adquirir y producir conocimiento de una variedad de campos, como la biología, la ética, la filosofía y el lenguaje, por ejemplo.
La revolución industrial introdujo la necesidad de ser más concretos al momento de delimitar las características y aptitudes de los profesionales en diversos campos, las tareas se volvieron más prácticas, y la educación también.
La mayoría de los científicos hoy en día tienen tantos campos de especialidad y subespecialidades que volverse experto en un campo requiere mucho tiempo y dedicación, tanto que los conocimientos y habilidades de tronco común desaparecen en favor de conseguir contenidos especializados.
Como resultado, tenemos profesionales que saben mucho de un tema pero carecen de las capacidades para ejercer su oficio a cabalidad, como científicos sin los conocimientos para comunicar eficientemente sus hallazgos, creativos que no tienen las habilidades de management para administrar su agencia, maestros que no saben identificar signos de depresión o administrar primeros auxilios en caso de una emergencia.
Una de las creaciones más problemáticas del siglo XXI es la del experto incapaz, ante esta área de oportunidad en la forma en que entendemos la especialización de los profesionales, ¿qué estrategias han desarrol
lado las universidades para ofrecer un perfil más completo sin los niveles de especialización exigidos por el mercado laboral?
lado las universidades para ofrecer un perfil más completo sin los niveles de especialización exigidos por el mercado laboral?
Una educación para la adaptabilidad
La skill más importante que se ha perdido en una agenda educativa totalmente enfocada a la especialización es la adaptabilidad. Los profesionales necesitan ser capaces de generar soluciones rápidas en sus campos de trabajo y estas no siempre van a pertenecer a un solo grupo de conocimientos.
Las universidades ya están haciendo esfuerzos para desarrollar iniciativas y programas flexibles que formen graduados listos para ser excelentes en su área de conocimiento elegida, sin estar por debajo de la norma en las habilidades complementarias de su oficio.
El aprendizaje multidisciplinario y currículum basado en contenidos se enfoca en planes que abarcan todas las disciplinas principales y complementarias de un área de trabajo relacionado con el emprendimiento.
El aprendizaje por propósito es similar al aprendizaje basado en problemas, motiva a los estudiantes a escoger objetivos, no carreras, y escoger el set de herramientas que los habilitará mejor a alcanzar esos objetivos.
El aprendizaje de por vida o lifelong learning parte de la idea de que un estudiante no puede prepararse para toda su vida profesional en tres o cuatro años, ni tampoco puede depender de una sola institución para brindarle todas las herramientas que necesita para desempeñarse en el ámbito profesional.
Este enfoque pone al estudiante en el centro de su proceso de aprendizaje el cual debe administrar por sí mismo con todos los recursos a su disposición y en todo momento, ya sea recién salido de la universidad o 20 años después de haberse graduado.
Los MOOC y las microcredenciales son otra estrategia con la que las instituciones educativas pretenden atacar ese punto ciego en la educación especializada, a través de la acreditación de programas breves complementarios que ampliarán la perspectiva profesional de los educandos.
La educación está pasando por un época de cambio importante, su capacidad de adaptarse a las necesidades de un mercado laboral que evoluciona a pasos agigantados es crucial para la capacitación del recurso más importante de las empresas a nivel global: el capital humano.
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