Por Esteban Fredin
Tradicionalmente el título universitario ha sido considerado como la culminación de la vida estudiantil y símbolo de preparación profesional. No obstante, un nuevo reporte publicado por The Chronicle of Higher Education cuestiona la utilidad del diploma universitario en un mundo laboral en el que la barrera entre el estudiante y el profesional se difumina ante la constante necesidad de actualización, la amenaza de la automatización, y un mercado laboral con competición internacional.
En The Future of the Degree: How Colleges Can Survive the New Credential Economy, Jeffrey J. Selingo, catedrático y experto en educación superior con más de veinte años de trayectoria, delinea los mayores retos que los títulos universitarios de hoy día enfrentan en la economía del conocimiento. Contextualizado en la historia de la educación superior en los EE.UU., el reporte explora la evolución de los diplomas universitarios y su compleja relación histórica y económica con la necesidad de los empleadores por conseguir talento altamente preparado. La crisis actual de las acreditaciones académicas se debe en gran parte a que su formato actual es el legado de dos siglos de enfatizar el tiempo sentado en clase y la incapacidad de cuantificar y comunicar el aprendizaje tanto dentro como fuera del aula.
En The Future of the Degree: How Colleges Can Survive the New Credential Economy, Jeffrey J. Selingo, catedrático y experto en educación superior con más de veinte años de trayectoria, delinea los mayores retos que los títulos universitarios de hoy día enfrentan en la economía del conocimiento. Contextualizado en la historia de la educación superior en los EE.UU., el reporte explora la evolución de los diplomas universitarios y su compleja relación histórica y económica con la necesidad de los empleadores por conseguir talento altamente preparado. La crisis actual de las acreditaciones académicas se debe en gran parte a que su formato actual es el legado de dos siglos de enfatizar el tiempo sentado en clase y la incapacidad de cuantificar y comunicar el aprendizaje tanto dentro como fuera del aula.
Mucho ha cambiado en ese lapso de tiempo. Sin embargo, planes de estudio y métodos de enseñanza aparte, si la obtención de un título universitario se considera el resultado final de la educación superior, las universidades no han cambiado mucho en décadas, y en ciertos aspectos, en siglos. La obtención de un diploma aún toma mucho tiempo, es excesivamente cara, y ofrece más de lo necesario en términos prácticos.
Desde hace años los economistas han barajado la teoría de que el valor intrínseco de la educación universitaria no está en el número de horas o el esfuerzo que el alumno haya dedicado al estudio, sino en la pieza de papel que obtiene al final del proceso (el denominado sheepskin effect). El título importa como herramienta en el proceso de contratación sólo en la ausencia de otras señales relevantes de empleabilidad como experiencia laboral o el desempeño en un puesto similar. Es por esto que el reporte identifica cuatro razones por las cuales los empleadores valoran los diplomas universitarios en su proceso de selección y cómo estas se están erosionando rápidamente frente al panorama económico actual:
- Generalmente se ha considerado al título universitario como una señal de capacidad laboral. Sin embargo, en la medida en que más adultos adquieren un diploma de educación superior su valor como señal de empleabilidad disminuye, y sólo cobra importancia cuando tiene el respaldo de una institución de renombre.
- Históricamente el título ha sido un mecanismo de selección para los reclutadores, pero debido al incremento en la población titulada y la facilidad y conveniencia de buscar y aplicar a un puesto por Internet ha disminuido su importancia.
- La idea de que la educación superior provee el capital cultural necesario para exceler en un puesto también se ha visto afectada. Cada vez hay más evidencias que revelan que los graduados adolecen de las habilidades blandas necesarias para trabajar hoy en día. Una encuesta de Gallup revela que solo el 11% de los líderes empresariales consideran que los recién graduados cuentan con las habilidades para desempeñarse exitosamente en el trabajo.
- La creencia un grado académico mejora la productividad individual a través de la instrucción formal también va en declive. La disparidad entre en las experiencias de estudiantes de una misma institución, o de la misma disciplina en distintas universidades, significa que las reclutadoras cada vez entienden menos ‘qué hay dentro de la caja que están comprando’, por lo que a reputación de la institución juega cada vez un papel mayor ante la incertidumbre.
Debido al deterioro de la utilidad del título en términos de reclutamiento, hoy en día empleadores de todos tamaños y giros buscan señales que van más allá del título universitario tradicional para seleccionar a sus prospectos. Varias empresas han recurrido a minar datos del desempeño de sus propios empleados para descubrir qué variables en el resúmen y currículum vitae del aplicante están estadísticamente correlacionadas con patrones de éxito en el puesto.
Ante esta realidad las universidades deberán innovar si aspiran a mejorar la empleabilidad de sus egresados. En respuesta a estas nuevas técnicas de reclutamiento y búsqueda de talento con analítica de datos, las credenciales académicas del futuro necesitarán cumplir con las siguientes funciones para permanecer relevantes:
- Englobar la experiencia de aprendizaje tanto dentro como fuera del aula.
- Comunicar una experiencia integrada; debe haber un currículo coherente detrás de cada certificado.
- Enforzar estándar común para todas la universidades. Un título que sólo es reconocido en pocas instancias es inútil para cualquier propósito práctico.
Por otro lado, la idea de que la experiencia universitaria es un episodio único en la vida y que marca tan solo el comienzo de una carrera profesional tendrá que desaparecer. La educación a lo largo de la vida se ha convertido en una necesidad económica ya que los trabajos de hoy requieren de aprendizaje continuo tanto en contextos formales como informales. En ese sentido, los diplomas universitarios están dejando de ser un mecanismo de clasificación para convertirse en la representación de las competencias y habilidades de un individuo.
Los adultos necesitarán entrar y salir de un sistema de educación superior que dé fe de todas sus experiencias de aprendizaje con valor en el mercado laboral, sin importar el contexto en el que ocurren. Las siguientes tendencias podrían definir las acreditaciones del futuro:
- En vez de registros en papel resguardados por las universidades, las credenciales serán activos electrónicos pertenecientes al estudiante y mantenidos en una red virtual utilizando la tecnología blockchain que hace de las criptodivisas como bitcoin seguras y descentralizadas. El MIT ya ha otorgado sus primeros diplomas con este método.
- En adición a los certificados tradicionales, las universidades otorgarán nuevos tipos de micro-credenciales como insignias que reconozcan el aprendizaje continuo.
- Más que existir como un solo documento, las credenciales deberán comunicarse a través de portafolios que demuestren los conocimientos de su portador.
- El creciente uso de la analitica de datos en las decisiones de contratación podría reducir la importancia del certificado, pero incrementar la relevancia de experiencias de aprendizaje específicas dentro de la universidad.
En conclusión, el reporte The Future of the Degree: How Colleges Can Survive the New Credential Economy plantea que las instituciones de educación superior necesitan reconsiderar qué sirve como evidencia de aprendizaje: el tiempo sentado en un aula, o la maestría de un tema o concepto. Muchas experiencias valiosas de la vida universitaria no contribuyen a la acumulación de créditos en el sistema actual. Además, será necesario repensar el currículo no como un objeto fijo, sino como pedazos más pequeños que proveen evidencia de avances incrementales en competencias bien definidas. Esto se debe en gran medida a que el aprendizaje ahora se adquiere durante toda la vida. Las habilidades para mantenerse a flote en cualquier carrera cambian demasiado rápido como para que la educación superior ocurra solo una vez en la juventud.
Finalmente, en cuanto a su formato, el título dejará de ser un pedazo de papel otorgado en una ceremonia, para convertirse en bits de datos e información en un repositorio electrónico descentralizado. Las autoridades académicas pueden desoír las recomendaciones de Selingo y seguir con sus esquemas tradicionales, pero el costo sería alienar a la educación superior aún más del mundo laboral.
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